EL CAMINO AGRIDULCE DEL VEGANISMO



Nadie dijo que fuera fácil. Desterrar viejos hábitos, arraigados como lapas, marcados a fuego desde la más tierna infancia. Abrir la mente y dejar entrar nuevas ideas, empujando las viejas a veces con desatascador, de tan pegadas que están en el laberinto de nuestro cerebro. Fuerza de voluntad inmensa al principio, para no caer en pequeñas trampas, en los cepos que todavía quedan casi en la inconsciencia, y nos intentan atrapar para volver a las antiguas formas, las formas cómodas, seguras, las que no conllevan ningún riesgo. Es difícil, si, salir de la caja y poder ver el inmenso océano de posibilidades que hay fuera de ella. El brillo te ciega, al abrir la tapa, y piensas que no vas a poder con todo ese mundo nuevo que se ofrece ante tus ojos, con toda esa información, con todos esos conocimientos que se despliegan frente a ti. La mente y la consciencia te han sido limitadas y coartadas durante tanto tiempo... que piensas que no vas a poder llegar a comprender nunca. Pero ese mundo que no tiene límites está ahí, para que lo contemples, lo tomes en tus manos, lo absorbas por cada poro de tu piel, para que llegue a cada átomo, a cada célula de tu ser. Poco a poco, caminando lentamente, abriendo los ojos, abriendo el corazón, comulgando con cada pensamiento positivo, con cada emoción sincera, con cada conexión que surja entre ti y el todo, que está formado por cientos de miles de entidades, de criaturas, de energías, de almas.


Mas toda esa promesa de un mundo de luz, tiene su lado oscuro. El camino está plagado de puertas. Unas abiertas, otras cerradas, otras entreabiertas. La dificultad del camino depende de tus elecciones, de tu valentía. Cuan lejos llegarás depende de tu capacidad de arrojar el ego por la ventana, de aceptar que eres parte de ese todo, y por lo tanto, ni más, ni menos importante que cada ser que forma ese todo, sino exactamente igual. Pero cuando tu corazón sabe el camino, no debes escuchar a tu mente. Las decisiones mas importantes de tu vida las tomarás con el corazón. Al menos, las que te llevarán a ese mundo de luz. Y sufrirás. Sufrirás porque cuando tu ya te sientes parte de ese todo, como una célula más en un inmenso organismo viviente, te vas dando cuenta de que existen muchas otras que son negras, cancerosas, que interrumpen y retrasan ese proceso de unidad y armonía que es nuestra meta final. Las mentes han dominado durante demasiado tiempo. Los corazones han sido siempre ignorados. El inmenso potencial de desarrollo y evolución hacia al amor infinito, el respeto total, y la comunión entre seres se ha estancado y podrido como algas en una ciénaga. El poder de el ego y el materialismo nos han llevado al borde del colapso como raza y especie. Nos ha desconectado a unos de otros, ha roto el cordón umbilical que nos unía a la madre naturaleza. Y nos ha cegado de tal manera los sentidos, que no podemos sentir el grito de dolor de quienes nos acompañan en esta aventura de la vida: nuestros hermanos los animales no humanos.
Los que hemos abierto la caja hemos despertado. Hemos recordado quienes somos, y para que estamos aqui. Hemos sentido muy adentro esa conexión, y una inmensa compasión por esos hermanos que gritan y piden nuestra ayuda. Hemos sufrido en nuestras carnes, como un puñal, el intenso dolor del inocente desvalido que no se puede defender, ante los ojos voluntariamente ciegos de los que siguen encerrados en la caja, aceptando el infierno porque no lo tienen delante de sus ojos, ignorando a los que sufren porque otros hacen el trabajo sucio por ellos.

Por eso el camino es tan duro. La desesperanza, la tristeza, la impotencia, son sentimientos que nos acompañan a lo largo de esa senda cuyo final tanto promete, y que con tanta fuerza emprendimos en el comienzo. Según avanzas, se te van metiendo piedras en los zapatos, se te van clavando espinas duras y punzantes en el alma, se te va minando la energía a medida que te das cuenta de que por mucho que grites, por mucho que sacudas a la gente por los hombros y les digas "¡¡Despierta!!" "¿¿Es que no ves lo que tienes delante de los ojos??" "¿¿Es que no vas a hacer nada??" "¿¿Como puedes tolerar toda esta injusticia, este horror??" Y te tengas que marchar, seguir tu camino, dejándolos allí mirando a la nada, como zombis, sin respuesta, con una desconexión total, con el corazón cerrado, con un solo propósito: volver a su caja, colocar la tapa, y seguir alli metidos, sin que les molesten, sin que interrumpan su mundo artificial, plagado de conceptos arcaicos, de ideas inamovibles, de excusas prefabricadas, un pequeño mundo sin riesgos... Porque en el fondo saben, que si se arriesgan, que si eligen la pastilla roja, su pequeño y limitado mundo se derrumbará, y aunque un universo ilimitado se pueda desplegar ante ellos, el conocimiento llegará irremediablemente acompañado del sufrimiento. Es lo que tiene ser libre.

¿Pero que hay mas bello en la vida que el saber que has luchado por una causa noble? ¿Que mas da si en el camino te has caído, te has herido, te han puesto mil y una zancadillas? ¿Que hay mas emocionante que el saber que eres libre y que luchas por la libertad de otros? ¿Que mejor y mas gratificante desafío que el que parece imposible? ¿Que vida sería esta si pasáramos por ella sin dejar huella, habiendo sido solo una parte de un rebaño que va siempre a donde le mandan? ¿Que mas da si te dicen que no lograrás nada, que eres muy insignificante para cambiar el mundo? ¿Que sabrán ellos lo que es el amor infinito, la fuerza del espíritu, el poder de la unión y la conexión entre los seres? Pero aunque ellos quieran seguir en estado de coma, no podemos dejar que nos afecte, debemos seguir adelante, sin importar lo que nos digan, lo que nos llamen, las piedras que nos tiren. Debemos saber que estamos allanando el terreno, preparando el camino, para ese increíble futuro que de tan lejos se divisa. Nos ha tocado una de las peores partes, continuar el trabajo de los pioneros, pero no la peor, ya que ellos lo tuvieron mucho mas difícil. Por eso no hay que desfallecer. No hay que abandonar. Hay que levantarse siempre, y volver a emprender la carrera, con ese testigo que pasaremos a las próximas generaciones.

El camino es doloroso, si, por la incomprensión, por la frialdad de las personas, pero sobre todo por verlos sufrir a ellos, a los inocentes que no tienen ninguna culpa. Por levantarnos cada día pensando en el infierno que están sufriendo cada minuto, cada hora, cada día, aquellos a quienes hemos esclavizado y sobre quienes descargamos lo mas horrible y oscuro del ser humano. Y como consecuencia de ese abuso, el hambre y el sufrimiento de otros seres humanos, y de nuestro planeta. No tenemos desperdicio.

El ser vegano es maravilloso en su mayor parte. Ver como tu cuerpo avanza hacia una salud plena, disfrutar de los intensos sabores de la naturaleza, abrazar una dieta viva, vibrante, multicolor, con multitud de posibilidades, que te inspira creatividad... una forma de vivir y de alimentarse que despierta a tu cuerpo, que te transmite una energía que nunca habrías imaginado sentir, que despierta tus sentidos y te impulsa a experimentar, a querer saber y aprender, a explorar siempre más allá, abriendo nuevos caminos y descubriendo nuevas sensaciones. Y compartir. Compartir con aquellos que abrazan tu misma filosofía de vida, sentir la vibración positiva de esas personas que ven el mundo como tu, que han salido de su caja... personas espirituales, que respetan la vida, que han tomado el camino correcto.

Pero luego está esa parte triste, desesperante, del que intenta transmitir esa compasión, ese respeto, esos sentimientos de unión con la naturaleza, y es ignorado, y vilipendiado por tantos, la masa que todavía no ha abierto los ojos. Algunos de ellos por debilidad de espíritu, por faltarles las fuerzas, aunque en su interior nos comprenden y nos apoyan. Yo estoy convencida de que a ellos les llegará su momento. El verdadero vegano no adoctrina, no usa ningún tipo de violencia, ni quiere forzar a nadie a aceptar nada. El verdadero vegano intenta abrir los ojos de los demás a base de información, de presentar los hechos a la gente que todavía los ignora. Intenta hacer ver a los demás la realidad de las cosas, aunque a veces algunos pierdan la paciencia, en su desespero por hacer comprender, viendo que intento tras intento, fracasan en tantas ocasiones. ¿Como no caer en la desesperanza y la depresión, cuando estás viendo que día tras día se siguen vulnerando derechos y destrozando vidas de seres, animales no humanos y humanos, ninguno por encima del otro, que tienen todo el derecho a vivirlas, por nuestros propios y egoístas fines? ¿Como no sentirse herido en lo mas profundo cuando tus seres queridos continúan por el camino de la ignorancia voluntaria, de la negación y la cerrazón? Pero no se puede forzar a nadie a abrir los ojos del alma.

Es duro, si, pero no por ello vamos a decaer. Cuando se comienza a andar el camino del veganismo, si se ha sentido la conexión, ya no hay vuelta atrás. Personalmente me siento inmensamente orgullosa de ser vegana, de formar parte de la solución y no del problema, de poder dejar mi pequeña huella en este mundo, aunque pase desapercibida, de saber que mi decisión ha salvado vidas. Que he elegido el camino del amor, del respeto, de la vida.


Comentarios

  1. Muchas gracias Jose Luis! Y perdona la respuesta tardía, es que he estado desconectada del blog por razones personales. Me parece fenomenal tu idea y tu blog, y espero que tenga muchas visitas. Un abrazo! Cristina

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Las más vistas

TESTIMONIO REAL SOBRE CURACIÓN DE LEISHMANIOSIS CON MMS

PROHIBICIÓN DE LAS CORRIDAS DE TOROS EN CATALUÑA: UN PASO ADELANTE

EDGAR KUPFER-KOBERWITZ, EL HOLOCAUSTO ANIMAL, Y EL CEREBRO VEGANO