LO ECOLÓGICO ESTÁ DE MODA... PERO ¿PODEMOS ESTAR SEGUROS DE SU CALIDAD?
Lo
ecológico está de moda. La palabra "BIO" la vemos ahora en todas
partes. Desde un jabón hasta un menú en un restaurante, pasando por la
mayoría de artículos que usamos en nuestra vida diaria, la fiebre de lo
orgánico se ha apoderado de un sector de la población, el de los que ya
tienen claro que "somos lo que comemos" y que la alimentación debe ser consciente y lo más natural posible.
A
lo largo de la historia, las modas, los nuevos descubrimientos
funcionales y en materia de salud, y los cambios en el estilo de vida de
la población, dan lugar a que lo que en un momento dado estaba en la
cima de la modernidad y el avance, de repente sea considerado como
absurdo, impensable, e incluso peligroso. Basta recordar como ejemplo,
que en los años 40/50 los médicos fumaban en las consultas y
recomendaban fumar a sus pacientes, hasta recomendaban ciertas marcas
como las mejores para la salud. ¿Quien les iba a decir en aquel
entonces, que los fumadores llegarían, pocas décadas después, a ser
apartados y arrinconados, e incluso multados por fumar en ciertos
lugares, y mal vistos por la mayoría de la población?
¿Y
quien iba a imaginarse que una persona con exceso de peso, que hace
menos de un siglo estaba considerada como la imagen de la salud, años
después esa misma imagen se convertiría en todo lo contrario, la imagen
de la mala salud? La industria alimentaria está sufriendo un cambio
importante, influenciado por descubrimientos a nivel científico
relativos a la salud. Internet ha contribuído en gran manera a que esos
conocimientos se expandan como la pólvora, y la gente está demandando
alimentos más sanos, más naturales. La moda de los alimentos procesados y
preparados, muy convenientes para el ritmo de vida de hoy en día, pero
extremadamente peligrosos para la salud, está bajando en popularidad, en
favor de la vuelta a la cocina más tradicional, con un nuevo enfoque: énfasis en lo vegetal, en detrimento de lo animal.
¿Quien
le hubiera dicho a los inventores de la comida microondas, que
seguramente estaban convencidos de que su invento era la panacea para el
futuro, la solución para la vida moderna, de que unas décadas más tarde
su creación iba a llegar a ser demonizada como el epítome de lo insano?
La "Fast Food" o comida rápida tuvo sus días de gloria. Y aunque en
países en desarrollo estos centros de enfermedad aún sean considerados
como un símbolo de modernidad, y aunque en nuestro mundo occidental
sigan teniendo sus adeptos y sus adictos, su futuro es sombrío. Al menos
en el formato con el que funcionan hoy en día, a base de ingredientes
baratos y de ínfima calidad, refinados, y cocinados con exceso de
grasas, sal y azúcares, aditivos, potenciadores del sabor, de la vista y
del olor, porquerías llenas de calorías vacías que solo pueden llevar a
un estado de pésima salud, con el agravante de que muchos de dichos
aditivos son totalmente adictivos, que llevan a la gente a desear
comerlos cada vez más. Nunca antes en la historia había estado la
población tan sobrealimentada y tan desnutrida al mismo tiempo. Hasta el
nivel de que una persona obesa, adicta al macdonalds en USA, puede
estar tan desnutrida como un niño en un país castigado por el hambre en
África. Las enfermedades de hoy en día están en su mayoría causadas por la alimentación desnaturalizada, excesiva, y falta de nutrientes.
La diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer están a la orden
del día, y están provocadas por una cosa: la porquería, y porquería en
exceso, porquería industrial, y porquería animal, con la que la gente se
atiborra, todo ello acompañado del sedentarismo, el estrés, y los
desequilibrios emocionales.
Y
aunque por desgracia este tipo de persona todavía sigue siendo mayoría,
la "moda" de lo sano, de la "Slow food" o comida lenta, el lado
opuesto de los macdonalds y burgerkings del mundo, arrasa. Y está aqui
para quedarse. No soy nada partidaria de las modas, ni de la gente que
las sigue a ciegas, con tanta falta de personalidad como de iniciativa.
Pero por una vez... bienvenida sea la moda! Sea por no quedarse atrás,
por influencia de algún amigo, o por convencimiento propio, cada vez más
gente se apunta a lo natural, a la alimentación sin química ni
procesamiento, y en consecuencia, y como la industria es como es, y nos
ha engañado tanto, con certificación BIO, para más seguridad. Por
suerte, en esto de las certificaciones BIO, la normativa europea es bastante estricta, y las certificaciones no se consiguen así como así. Aunque, por supuesto, como en todo, fallos y vacíos hay.
Internet
está ahora mismo rebosante de webs de recetas, de veganismo y
vegetarianismo, de superalimentos, de complementos nutricionales, de
fitness, de yoga, de masajes, de relajación, de spas, de todo tipo de
tratamientos alternativos. Y es que la gente, aunque muy lentamente,
llega un momento en el que reacciona a las evidencias. Y los mas
inquietos e intuitivos se lanzan a la aventura de hacer algo por su
salud, por sí mismos, sin dejar su vida en manos de nadie. Porque la salud es cosa nuestra.
No podemos actuar irresponsablemente, con toda la informaciòn de que
disponemos hoy en día, para luego creer que un médico nos va a
solucionar la papeleta. Es hora de que la gente se convenza de que los
médicos no curan. Nadie cura. Solo uno mismo se puede curar... con la
información adecuada y una actitud responsable. Si queremos actuar como
niños caprichosos que se atiborran de golosinas y luego se van a llorar a
la mamá para que les cure, allá nosotros. Nos merecemos lo que nos
pase. Ya somos mayorcitos y sabemos muy bien lo que es bueno y lo que es
malo. Y si no lo sabemos es porque no queremos, porque la información está ahí, los estudios y las estadísticas están ahí,
las personas que viven una vida sana están ahí para darnos ejemplo. Hoy
en día no hay excusa, a no ser que vivamos en una isla desierta o en un
pueblo incomunicado.
La
vuelta a lo tradicional y lo natural comenzó tímidamente en los años
90, convirtiéndose en una bola de nieve que creció y creció hasta que en
el siglo XXI ya es algo normal. Raro es el establecimento que no cuente
con algún producto que incluya la palabra "natural", "ecológico"
"orgánico" o "BIO" entre su oferta. La moda fue impulsada con fuerza por
la reacción a la aparición en el mercado de los productos transgénicos,
o genéticamente modificados, que fue al principio considerada como un
avance, pero que, según se iban conociendo más datos, fue decreciendo en
popularidad. Los alimentos GMO o Organismos Modificados Genéticamente
son hoy en día muy mal vistos e incluso demonizados, justificadamente,
ya que numerosos estudios han demostrado ya la peligrosidad de jugar a
ser Dios. Los efectos no se han hecho esperar, y alguna enfermedad desconocida hasta ahora ha hecho ya su aparición. La culpabilidad se ha atribuído ya a los alimentos GMO, muy extendidos ya por todo el mundo.
Entre
1997 y 1999, los GMO ya eran parte de dos tercios de todos los
alimentos en Estados Unidos. La maléfica y odiada empresa Monsanto,
todopoderosa multinacional, a la cabeza de la industria, se encargó de
promocionar y vender sus productos por todo el mundo, utilizando métodos
mafiosos para obligar a los agricultores y productores a comprar sus
semillas, sin otra elección que comprar o arruinarse. En ocasiones la
técnica era denunciar a propietarios de terrenos adyacentes a los que
utilizaban semillas transgénicas por apropiación indebida, porque el
viento las arrastraba de unas tierras a otras, sin que el agricultor
pudiera hacer nada por evitarlo.
Estos actos propios de matones y criminales, y la indiferencia total a las consecuencias en la salud, han conseguido que Monsanto sea la compañía más odiada del mundo.
Y prueba de ello fueron las manifestaciones multitudinarias a lo largo y
ancho del globo, el año pasado, en contra de este demonio del mundo
moderno. Los alimentos ecológicos fueron una especie de respuesta y
contrapartida a lo GMO, por una parte, y a los estudios sobre la
peligrosidad de los pesticidas, ya probadamente tóxicos en su mayoría, y
su certificación nació para garantizar al consumidor que lo que estaba
comprando había sido cultivado de manera natural, no intensiva, y sin
uso de pesticidas.
Pero
atención, que no todo el monte es orégano. El producto ecológico no es
siempre garantía de nutritivo. El proceso de cultivo puede haberse
realizado según lo establecido, sin uso de pesticidas, pero... ¿se tiene
en cuenta la necesidad de la rotación de las tierras, tal y como se
hacía antiguamente, mediante el sistema de barbecho, para que la
tierra recupere los minerales? No conozco exactamente el porcentaje de
tierras a las que se somete a rotación en la agricultura ecológica (en
la intensiva no es obligatorio), pero imagino que no todos los cultivos
ecológicos realizan rotación. Realmente me gustaría que ello fuera un
requerimiento para obtener la certificación ecológica, ya que el
consumidor merece estar informado de ello. De la rotación depende el contenido nutricional del producto que estamos comprando.
Si no se ha realizado rotación, la tierra ha perdido muchos minerales y
no tiene el poder nutricional que tendría si hubiera sido cultivado en
tierras que si han sido dejadas descansar.
Y
lo digo principalmente porque últimamente me he dado cuenta de que
hasta los supermercados empiezan a vender producto ecológico, debido a
la alta demanda. Sin embargo, al probarlo, tengo la sensación de que hay
gato encerrado. El sabor no es intenso como debería ser. Las verduras y
frutas ecológicas a las que estoy acostumbrada, cultivadas en una
pequeña finca agrícola ecológica, y que me traen a mi casa cada 15 días,
son deliciosas y están llenas de sabor. El sabor intenso indica que el alimento ha sido cosechado en su punto de maduración,
que ha madurado al sol (única manera de que su contenido en nutrientes
sea el adecuado), que es de temporada, y que ha sido cultivado en
tierras sometidas a rotación. De lo contrario, el sabor del producto no
distará mucho del procedente de la agricultura intensiva. Eso si,
pesticidas no llevará, pero de ahí a que sea igual de nutritivo y
sabroso que uno con todos los requerimientos para llamarse ecológico, va
un rato.
Como
decía, sospecho de los productos certificados BIO que venden en sitios
como Eroski o Carrefour. Precisamente porque no saben como los que yo
estoy acostumbrada. El otro día compré unas zanahorias ecológicas en
Eroski, y no me supieron a nada. Y lo mismo con los tomates. Yo recuperé
el amor por los tomates después de pasarme a lo ecológico. Una
delicia... tomates de color rojo intenso, igualmente rojos por dentro,
carnosos y sabrosos, divinos. Antes pasaba totalmente de ellos, porque
era como comer plástico. Ningún sabor, blancos y acuosos por dentro,
huecos y con textura desagradable. Con las zanahorias de Eroski igual.
Totalmente insípidas. Así que me he empezado a cuestionar lo de la certificación BIO.
Y definitivamente voy a investigar más, porque no me gusta que me
engañen, ni que engañen a la gente. Espero que la gente haga lo mismo, y
que no se haga la vista gorda en determinados aspectos de la normativa,
o se dejen vacíos legales, que las multinacionales son rápidas en
utilizar para su beneficio. Presumiblemente, el cultivo ecológico que no
procede de tierras de rotación, será bastante mas barato, como lo es el
de la agricultura intensiva inorgánica. Así pues, tengo la esperanza de
que o me equivoque, o haya dado con una cosecha no muy buena. Seguiré
investigando.
Una vez más, gracias por leerme y un abrazo a todos!
Notas:
Investigadores como la catedrática María Dolores Raigón, avalan los beneficios de la agricultura ecológica con estudios científicos: http://goo.gl/8tFhUU . Su ponencia: http://goo.gl/OIuQs9 ,
Para saber más sobre certificaciones ecológicas, orgánicas, bio, etc: http://www.blog.biolandia.es/sabes-que/avales-ecologicos/
Referencias:
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